miércoles, 17 de octubre de 2007

CON LAS MANOS EN LA MASA

Tengo un delantal de la Torre de Pisa, uno de las Islas Canarias y otro de un laboratorio farmaceutico (que no voy a citar porque no me paga). Con eso se puede deducir que por lo menos la tortilla de patatas (con y sin cebolla) la controlo. El problema es cuando los platos tienen más de tres ingredientes. Lo confieso: soy como Arguiñano, de fritangas y cosas fáciles. Por eso me llama mucho la atención que, de repente, lleguen los Ferrán Adriá de turno y te hagan un 'agua de bienvenida a la vainilla', de primero una 'menestra de verduras en texturas', de segundo un 'áspic caliente de nécoras con cous-cous de minimazorcas' (¡toma ya!) y de postre un 'bombón de sablée', muy oportuno para acompañar la cuenta. Esta gente tiene mucho mérito, pero los que se gastan el equivalente a la entrada de un coche en sus restaurantes tienen delito.
Bueno, que me pierdo, que todo esto lo digo porque desde el 15 de Octubre hasta el 5 de Noviembre, todos los lunes, en el Centro de Cualificación Turística y en el marco de los "II Encuentros de Cocina Profesional Murcia Turística", los cocineros murcianos están compartiendo experiencias con algunos de los chefs más prestigiosos del país. Y como este lunes no tenia nada mejor que hacer (¡ja!), allí que me fui.
Leí en La Verdad que un tal Sergio Torres daría una charla sobre la "cristalización sensible" y a las 16:30 me planté en el camino de Puente Tocinos para ver de que iba eso. La charla la daba en una sala presidida por una cocina con todos sus complementos. Y detrás de los fogones había ¡2 Sergios Torres! Vamos, que Sergio tiene un hermano gemelo, Javier, y que son como uña y carne. Superado el desconcierto me senté solo, apartado y al fondo (que ya tengo suficientes amigos), y empezó la lección de los maestros. Han inventado una olla que cocina a bajas temperaturas, la GASTROVAC, quieren extender un método para determinar la "vitalidad" de los alimentos a partir del cloruro de cobre, y acaban de abrir un restaurante en Brasil. La verdad es que fue interesante pero observo que a sus platos, a pesar de estar muy estudiados y ser muy bonitos (que dan ganas de congelarlos para que no se estropeen), les falta sustancia (y les sobra tontería, sin ánimo de ofender). Yo soy más de los guisos de mi abuela, o de la abuela de cualquiera, que por lo general suelen darse mucho arte con las ollas. La "Nueva Cocina" está orientada más bien a gente que tiene una mayor sensibilidad -y una billetera sin fondo- y muchos no estamos preparados para dar su valor real al esfuerzo de estos artistas. Invitarnos a uno de esos restaurantes sería como "dar perlas a los cerdos". OINK, OINK

1 comentario:

M Maestre dijo...

La verdad es que sí... Toda esa "Nouvelle Cuisine" es muy bonita y muy vistosa; pero cuando luego miras el plato...

Hasta te dan ganas de llorar precisamente por eso, porque ves más plato que comida y eso deprime a cualquier hijo de vecino, porque cuando vas a un restaurante se supone que es por eso, por algo tan simple como que tienes hambre y quieres COMER CON EL ESTÓMAGO, no con los ojos.

En fin, que me rió yo de esa "cuisine" y me quedo con las recetas que me enseño mi abuela: espinacas con jamón, cocido, estofado... Qué se queden ellos con sus "pijerias" que yo seguiré con mis "vulgaridares"

P.D.: Muy buen artículo, ¿cómo no te metistes antes a Periodismo, quillo?