Cuando algo huele a alcanfor y naftalina es mejor dejarlo en el armario y cerrar la puerta. Pero hay quien intenta eliminar ese tufillo abriendo la ventana de las nuevas tecnologías. Por intentarlo que no quede, pero claro, no es fácil. Ese regusto rancio y esos colores desgastados por el uso no dan bien ante el potente y luminoso foco de Internet. Si quieres vender un producto caducado, es preferible no enseñarlo mucho, porque si hay 1000 millones de personas mirándolo, seguro que hay alguien que se da cuenta de la fecha de caducidad.
Intentando venderse están las monarquías, sobre todo la más rancia, la británica, que desde hace tres meses tiene un canal en Youtube. Pero no parece que esta nueva herramienta al servicio de su graciosa majestad se haya diseñado desde el conocimiento de la Red. Es más bien un entretenimiento para los monárquicos que han conseguido entender el funcionamiento del ratón. Quizá por aquello de que los británicos cantan el "God Save the Queen" en las grandes ocasiones, Elizabeth Alexandra Mary Windsor no crea que sus asesores tengan que esforzarse mucho en nada para mantenerse en su trono.
"Manolete, si no sabes torear pa que te metes" debe pensar por su parte la Casa Real Española, que siempre se ha mostrado muy tradicional hasta en los divorcios. Con una Página Web van servidos, porque para colgar vídeos como el que se hicieron los Príncipes de Asturias en su casa con sus "churumbeles" no hace falta haber inventado Youtube, con Corazón Corazón les sobra.
Internet se ha desarrollado y se sigue desarrollando a partir de las ideas de unas personas para las que aquello de la sangre azul debe quedarles muy lejos. Y es que son conceptos muy distantes: La monarquía es un ancla e Internet es un motor para la sociedad.
Sólo a través del humor y sabiendo reírse de sí mismos podrán los reyes y familia encontrar en la Red una fuente de simpatías. Si no controlan el lenguaje y las formas de expresión del canal, sólo les queda la risa como lenguaje universal.